Foto Mariano Giménez

Chicuelo de Albacete: «El peso del nombre te hace no dormir… pero también te abre el alma»

Su apellido pesa como una losa y brilla como un legado. Ricardo Sevilla, conocido artísticamente como Chicuelo de Albacete, creció entre los recuerdos silenciosos de un torero mítico y la responsabilidad de mantener viva una llama familiar que marcó una era. Forjado en capeas, en soledad y a la antigua, sin atajos ni comodidades, su trayectoria es la de un hombre que quiso comprobar por sí mismo si el toreo le esperaba o no. Hoy, con la serenidad que dan los años y la afición intacta, repasa su camino, la influencia de su tío Manuel, las plazas talismán y un toreo que—según él—ha perdido emoción y personalidad.

¿Cómo fue el inicio y qué te empujó a vestirte de luces?

El ambiente familiar me influyó mucho de pequeño, porque yo recuerdo que de niño vivía en la vieja casa de la calle La Feria, que fue donde vivía mi tío aquí en Albacete. Nos vinimos a vivir cuando yo tenía unos seis o siete años y eso influyó mucho, me motivó bastante, porque quedaban todavía pequeños recuerdos suyos por la casa y luego también el hablar con mis padres, que me hablaban mucho, con mi abuela, todo eso me motivó bastante para sentir un poquito la afición a los toros, yo empecé con 18 años a torear, pero sentía la necesidad de empezar como él empezó, en las capeas, y yo puedo decir que me he formado en las capeas, más que en una escuela taurina.

Me formé más que nada porque quería empezar como empezó mi tío para saber si de verdad quería ser torero o no, porque en la escuela es que te lo dan todo hecho, entonces eso no es un aliciente ni te espabila. Quería empezar por lo difícil, por saber si era capaz de salir un toro o de salir una vaca, que no fueran fáciles. Quería saber las dificultades desde el principio y tuve la suerte de que, al regresar del servicio militar, Joaquín López Ríos se fijó en mí, me apoderó y él me fue muy claro, me dijo, yo te puedo abrir cinco puertas, las restantes te las tienes que abrir tú, y él me abrió esas cinco puertas y fue bastante bien, empecé a cortar orejas, a torear con continuidad, porque hasta entonces había toreado cuatro o cinco noviadas en tres años.

¿Con picadores o sin picadores?

No, no sin picadores, yo había toreado una en Belmonte, otra en la alberca de Záncara y tres aquí en el Albacete, de las novilladas que daban con la escuela, pero nada más, con Joaquín López Ríos toreé unas ocho o diez novilladas, desde junio hasta agosto y debuté con caballos ese mismo año en el mes de agosto, en Ibiza, después toreé aquí en la feria, que fue cuando pegué el “cojonazo” de las tres orejas y me quedé triunfador de la feria, a raíz de ahí ya corté cuatro orejas en Valencia, por eso pude torear sin que me costara el dinero, y que más o menos pues estuve circulando, estuve como novilllero puntero, pero sin tener la necesidad de depender de nadie, eran las empresas las que llamaban a mi apoderado para torear, entonces eso cambia mucho, entonces gracias a eso pude torear las tres campañas de novedad que estuve sin que me costara el dinero, eso yo creo que ha sido uno de mis grandes éxitos, no he sido figura del toreo, pero por lo menos he sido figura de los novieros, después ya gané el zapato de oro, y en Zaragoza también me quedé triunfador de una feria de noviadas, más o menos me abrí camino por mí mismo, eso es uno de los méritos más grandes que yo puedo decir que he tenido, o sea, mi aportación ha sido esa, el que no haya tenido que depender de nadie.

Y por lo menos cuentas, Valencia es una plaza ligada a la familia, por lo tanto, tu tío como tú, tú parecéis ir fuertemente en Valencia.

Sí, la verdad es que Valencia ha sido una plaza talismán, no solamente para mi tío, fue la que lo sacó, y a mí también, a mí también me sacó Valencia, porque hasta ese momento yo era un torero local, que sonaba mucho, ya estaba sonando después de conseguir ese triunfo en Albacete, pero a nivel nacional todavía era un desconocido, es que yo no conocía a nadie del toro, me felicitó Simón Casas al terminar la novillada y me giré, pensando que era un aficionado, y claro, Salvador Pascua, el director de Albacete, me dice, sabes que te ha felicitado el empresario, y entonces me giré y le dije, perdone que no le había conocido, fue una anécdota, pero yo era un desconocido, cuando corté las cuatro orejas eran en las Fallas.

¿Y qué peso tiene llevar el apellido en los carteles?

Para mí era una responsabilidad tremenda, porque ya me lo decía mi tío Ángel, dice, oye, llevas el nombre de la familia, tal, claro, para mí el peso de la responsabilidad era muy grande, también tengo que decir que gracias a mi tío he encontrado también puertas abiertas, sobre todo el reconocimiento de aficionados, de compañeros que torean con mi tío, de figuras del toreo, me han cuidado mucho, se han portado muy bien conmigo, pero para mí era un peso muy grande llevar el nombre, que además Chicuelo de Albacete fue el primer nombre artístico con el que se anunció Manuel, después lo simplificaron a Chicuelo II por el aspecto físico parecido con el Chicuelo de Sevilla, y por el nombre y apellido le pusieron, se anunció ya Chicuelo II, pero Manuel al principio se anunciaba como Chicuelo de Albacete

¿Y qué sentías al ver eso en los carteles? Chicuelo de Albacete, aparte te imagino que responsabilidad y también orgullo, ¿no?

 Sí, claro, porque me estaba abriendo camino por mí mismo, eso es lo que más te enorgullece, porque no tienes que pedir favores, ni tienes que estar detrás de nadie, no dependes de nadie, dependes de ti mismo, eso era lo más y luego sobre todo la responsabilidad, cada vez que me veían un cartel, pues no dormía, del miedo, el miedo escénico, es que el miedo a la responsabilidad es lo que te impone.

 ¿Y de tu etapa qué es el momento más feliz que recuerdas?

Pues yo creo que los comienzos, ya no solamente era el ir a las ferias, tengo recuerdos muy buenos de la etapa sin caballos, con Joaquín López Ríos, con Josete, con Felipe Segura, ese yo creo que ha sido lo más entrañable y los recuerdos más bonitos son esos.

¿Y el momento más emocionante de tu carrera?

Posiblemente el triunfo aquí en Albacete , es el que más, además yo creo que el hecho de que fue una novillada difícil de Flores Albarrán, que toreé con dos novilleros punteros que no pudieron hacer nada y yo sin embargo me impuse con la novedad, a base de pasármelos por la barriga, citar de largo, es que estaba haciendo el toreo que hacía mi tío y el público de Albacete lo reconoció. Esto fue en el año 84, fueron dos faenas cargadas de mucha emoción y mucha emotividad.

 Y el más duro imagino que será cuando tienes que decidir dejarlo, ¿no?

Sí, porque al final te das cuenta de que cuando ya se te ha pasado el tren, es muy duro reconocer que tienes que dejarlo.

Aunque hay gente que pierde el tren y luego lo recupera, pero hace falta muchísima fe en uno mismo y yo perdí esa fe en mí mismo. Y esa fe, la pérdida de esa fe en mí mismo hizo que tuviera que dejar los toros. Y ahora ya como aficionado, como profesional que has sido,

¿Qué diferencia ves entre el toreo de antes y el de ahora?

Falta emoción y falta variedad. Veo que el escalafón no se renueva con más rapidez que antes y eso genera que el público se conforma con ver a los toreos que lleva viendo años. Entonces, eso, quieras que no, repercute en el ánimo del público.

Pero no ver nada nuevo es un poco decepcionante, ¿no? Y la variedad de encastes la ha hecho en falta en las ferias, porque en la variedad de encastes está la emoción también. Y en una ciudad como Albacete, que es muy taurina,

¿Cómo ves el relevo generacional, si es que ves el relevo entre los niños o los novilleros?

Los novilleros que están empezando, pues hay que apoyarles yendo a los toros. Y desgraciadamente eso no está ocurriendo desde hace ya lo menos 30 o 40 años.

Veo que no hay un seguimiento, a lo mejor de forma aislada puede ser, pero no veo un seguimiento a los chavales que están empezando, desgraciadamente. Pero los que empiezan tienen que saber que tienen que aportar algo más que técnica. Tienen que aportar al público otro tipo de emociones, nos tiene que transmitir sensaciones de personalidad, de talento, aparte de la técnica.

Y ahora con tu experiencia ya de tantos años, tanto profesional como aficionado,

¿Qué le podría decir a los chavales que empiezan con la ilusión que tú empezaste, qué consejos les darías?

 El principal consejo es el que me dieron a mí, los antiguos, que se arrimen. Pero claro, hay que arrimarse con talento y con conocimiento. Y aparte, el valor es fundamental, pero también es fundamental la clase y sobre todo la personalidad.

Lo que tienen que trabajar es el carácter y la personalidad, más que la técnica. A ver, aquí quiero ver dónde está. Una pregunta de estas cortas, a ver dónde está.

Hoy en día son todos iguales, no te dicen ninguno nada.

En Corto y Por Derecho

Un torero: Chicuelo II

Una plaza: Albacete

Un libro: La vida sale en encuentro

Una película: Casablanca

Una ganadería: Flores Albarrán

Un personaje histórico: Cristóbal Colón

Vino o cerveza: Soy más de cerveza

Rubias o Morenas: Las dos

Playa o Montaña: Montaña

Un sueño por cumplir: Conocer a mi tío

La voz de Ricardo Sevilla destila verdad: la verdad de quien ha sentido el miedo, la responsabilidad del apellido y la satisfacción de abrirse camino sin deber favores. Hoy, desde la barrera, reivindica la memoria de su tío, la autenticidad del toreo que conoció y la necesidad urgente de que los jóvenes recuperen la emoción y la personalidad que siempre hicieron grande a la Fiesta. Su sueño sigue siendo el mismo: volver a encontrarse con Manuel, aunque sea en una conversación imposible, para comprender lo que solo un torero entiende. Mientras tanto, él mantiene vivo el recuerdo… y la llama del apellido que nunca se apagó.

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