En un mundo donde las vocaciones se descubren, la de Carlos se heredó y se respiró desde la cuna. Inmerso desde niño entre la tinta de los periódicos y el albero de la plaza, su destino profesional estuvo marcado por la influencia de su padre, un periodista que convirtió el hogar familiar en una auténtica redacción. Un entorno donde la tauromaquia y el periodismo estaban tan entrelazados que para Carlos no era una elección, sino un camino natural.
De ayudante de archivo en las enciclopedias taurinas a firmar sus primeras crónicas con seudónimo, su carrera se fue forjando al estilo de la vieja escuela. Fue así como pasó de dar la primicia del «espontáneo» en Radio Nacional de España, convirtiéndose en el único micrófono en directo para todo el país, a dirigir su propio medio, Crónica de Albacete.
En esta entrevista, Carlos nos abre las puertas de su trayectoria para desvelar cómo un ambiente familiar y una pasión innegociable por la información y la tauromaquia moldearon al periodista que, con el tiempo, forjó su propio camino en el mundo de la comunicación.
¿Cómo y cuándo nace tu vocación por el periodismo, Carlos?
Es que desde que desde que tengo uso de razón, yo me veo en una plaza de toros. Y desde que yo nací, pues mi casa era casi una redacción de periódicos, porque mi padre trabajaba en varios medios locales y nacionales; y digamos que la oficina central era mi casa, su casa, en donde tenía un despacho en el que se metía a las nueve de la mañana y salía a las once de la noche, porque él escribía, desde Radio Nacional al Dígame, El Ruedo, el Ya, agencias de noticias. en ‘La Voz de Albacete’ estaba todo el día allí. Y luego creó Crónica de Albacete. Entonces, pues yo no vi otra cosa, los toros por un lado y el periodismo por otro.
No hay un momento en que yo diga: «Ay, qué bonito es esto» sino que era lo normal, lo que había en mi casa y cuando yo ya tuve catorce o quince años, pues mi padre empieza a involucrarme en cosas, a que yo le ayudara en determinadas tareas, lo que ahora se puede decir que es archivo, investigación y que se hace con inteligencia artificial, pues entonces había que cogerse el Cossío, las enciclopedias, e ir buscando la página y: «A ver, don Álvaro Domecq, ¿en qué año compró lo de Torrestrella para…» y a tomar notas y tal y luego, pues escribirlo. entonces, sin darme cuenta, yo me pasaba los veranos pues haciendo de inteligencia artificial y poco a poco pues así, hasta que a los diecinueve años ya empecé a escribir y a firmar cosas. Claro, como lo hacía con gran afición, pues eso me fue permitiendo adquirir conocimientos de vocabulario taurino, algo que se ha ido perdiendo. Es una pena no0 distinguir los machos de las borlas de los machos; o un todo bragado corrido de un aldiblanco.
¿Cuál es la primera experiencia profesional que tienes vinculada a los toros o qué es lo primero que firmas, si te acuerdas?
Pues yo creo que lo primero que firmé, con un seudónimo, fue una entrevista a Manuel de Paz, que quería ser torero, ni siquiera era novillero, pero era el hermano de Sebastián Cortés, yo lo conocía porque éramos más o menos de la edad y con otros amigos, y recuerdo que le hice una entrevista en Radio Albacete, en el salón donde tenían el piano y hacían actuaciones en directo; nos fuimos allí y yo estuve tomando notas. Ni había grabaciones ni había nada de nada, y yo creo que eso fue lo primero que firmé, que fue un poco de… no voy a decir de broma, pero que fue un poco más querer que poder; a lo mejor yo tenía dieciséis, diecisiete años. Pero ya a los diecinueve es cuando empecé a firmar en Crónica de Albacete e inmediatamente en que era ‘La Voz de Albacete’, porque había muerto el que era el titular, que era Antonio Molina «Don Tono» y bueno, entré yo a escribir allí. Mi padre era el director y como sabía perfectamente la capacidad que yo tenía, me puso algunas pruebas, pues igual que lo de los novilleros sin caballos, pues yo recuerdo hacer hasta desencajonadas y de Bombero Torero, lo que quería mi padre, pero sin publicarlas. Lo que quería era ver, pues si tenía capacidad de expresarme y de ver detalles. Y así, de buenas a primeras, pues me vi en eso.
¿Tu empiezas en el periodismo sin tener titulación ni nada como antiguamente no?
Claro es que no existía la Facultad de Ciencias de la Información, porque ahora dices: «Eh, yo he estudiado en Cuenca o he estudiado en Madrid». Antes no se estudiaba. Antes había una cosa que se llamaba Escuela Oficial de Periodismo, que estaba en Madrid y que daba títulos con un examen, pues igual que estos de los cursos de guitarra por correspondencia o algo más y había otros de Radiodifusión. Por ejemplo, mi madre, pues tenía el de Radiodifusión. Mi padre tenía el de periodismo. Pero todo eso era de los sindicatos verticales, o sea, que era una cosa que te daban un carnet que yo creo que era más para tenerte controlado que para habilitarte. Entonces, cuando surge la Facultad de Ciencias de la Información, pues el Ministerio se plantea una cosa que, si en España hay, vamos a suponer, dos mil periodistas, mil novecientos cincuenta no tienen ningún título de esos, pero llevan a lo mejor veinte años haciendo periodismo.
Nadie iba a discutir que, por ejemplo, César González Ruano era periodista, aunque no tuviera título y decidieron hacer una homologación algo así como: «Todos los que tengan un título superior y tengan acreditados, creo que era tres años de ejercicio periodístico, pero demostrable, con firmas y tal, pues se les habilita y se les incluye en el registro oficial de periodistas de la Asociación de la Prensa, ese era mi caso, otros que no tuvieran título superior, tenían que tener más años de experiencia y a partir de ahí, pues ya se homologa, pero bueno, yo empecé a escribir antes de todo eso,
Tu padre que trabajaba en varios medios y luego, al cabo de unos años fundó Crónica de Albacete.
Sí el fundó Crónica de Albacete, él trabajaba en entre otros en La Voz de Albacete, y hubo un momento que él se quiere independizar y quiere hacer. Pues como, como tanta gente que quiere tener un medio propio y no depender de otros y así publicar lo que, lo que quiere como quiera, entonces crea Crónica de Albacete, que primero fue una publicación bimestral y después de quincenal y después semanal, así hasta el año 2011.
Yo me hice cargo de ella como director en 1994 y como editor, que yo adquirí en buenas condiciones a mi padre todos los derechos, desde entonces ya fui editor y director y por fin, publiqué lo que me dio la gana.
Y en esos años que tu padre está como director, ¿tú trabajas con él y con otros medios o solo con él?
Trabajé en La Voz de Albacete y Radio Nacional, lo hice compatible, porque en los años de Crónica, cuando mi padre entra en La Voz de Albacete interrumpe Crónica durante dos años, entonces hubo un periodo que no se publicó, o tres años, no, no recuerdo exactamente. Entonces yo estaba en Radio Nacional, que también heredé de mi padre, porque mi padre lo dejó y el director de Clarín, que era Rafael Campos España, y estaba José Luis Carabias, que aún sigue, creo, dijeron: «Pues a ver qué sustituto» y dijo mi padre: «Prueba mi hijo». Dijeron: «Pues ya, si me lo has dicho, pues ya está». Y entonces desde el año ochenta y uno estuve ahí, que fue además, el año del espontáneo y yo estaba, pues, dando la noticia, estaba transmitiendo.
Que fuiste quien lo hizo en directo, ¿no?
Sí, yo luego he leído que otros lo dieron en directo, yo sé que el único micrófono que había allí conectado a una antena nacional dando la noticia era Radio Nacional de España. Otros lo grabarían y luego lo mandarían donde fuera, pero en directo era RNE. Lo recuerdo como si fuera hoy.
La primicia fue tuya
Sí. bueno, de hecho, me llamó Eduardo Sotillos, que luego fíjate la carrera que tuvo, pero que era el director de Radio Nacional de España, a felicitarme, a decirme que se había emitido por primera vez una misma noticia en los veinticuatro boletines informativos horarios de un día, porque la noticia, claro, yo no sé si por atrevimiento, adrenalina o lo que fuera, pues salió muy impactante, lo estoy recordando ahora mismo cómo fue, fue un gran impacto, era en el programa Directo Directo, porque se hacían conexiones en directo y bueno, al poco tiempo me dijeron que las colaboraciones que tenía con Radio Nacional, que de trescientas pesetas iban a ser a partir de cuatrocientas pesetas.
He de reconocer que sí, que fueron generosos porque al empezar el año siguiente, que era el ochenta y dos, me ofrecieron tener un programa semanal en Radio Nacional de España, en Albacete, que se inauguraban entonces los estudios que están en el Parque Lineal, se llamó “Por la puerta grande” fue el primer programa mío.
¿Fue el primer programa taurino de Radio en Albacete?
No, no, no, qué va. No, no. El primer programa que hice yo, mi padre había tenido uno, se llamaba Moñas y Caireles. Y supongo que habría otros. Estuvo once años en los años sesenta, fue, pero el primero mío, lo digo porque luego estuve en la SER y allí se llamaba Los Toros, porque fueron los de la SER a ficharme, Y después pasé a la COPE, donde estuve desde el ochenta y cuatro, ochenta y cinco, pues hasta el dos mil y algo. No recuerdo bien, porque aquello se empezó a diluir cuando se fue Pedro Javier Cáceres.
Pedro Javier Cáceres era el director y el alma de aquello, además tenía una manera de hacer las cosas que involucraba a todo el mundo y tenía una red de corresponsales, estaba por encima de la COPE, competía con Molés con muchos menos medios, tenía menos oyentes, pero no te creas que muchos menos, luego, pues nos mortificaba teniéndonos los domingos por la noche a los que formábamos lo que él llamaba el Sanedrín, que éramos un grupo más o menos estable. Yo estuve siempre, y otros también, Paco Villaverde de Valencia, salvo algún periodo que, que por motivos laborales no pudo estar; y Pedro Maria Azofra, de La Rioja; y Álvaro Acevedo, de Sevilla.
José Miguel Martín de Blas también estaba, ¿no?
José Miguel era el subdirector, o sea, el que se lo curraba; sí, el que se lo curraba, yo tengo muy buena amistad con José Miguel, pues porque allí pasábamos las de Caín, sobre todo él. pero claro, luego había que dar los contenidos, había que hacer mil cosas. El que lo trabajaba era José Miguel, claro, y que todo estuviera perfecto.
¿Y cuál ha sido la noticia o el reportaje que más te ha marcado de tu carrera? Posiblemente el espontáneo, ¿no?
Sin duda el del espontáneo, yo no era nadie, estaba en Radio Nacional haciéndolo mejor o peor y de pronto el 14 de septiembre me veo diciendo: «Pues sale el quinto toro, llega el toro, qué bonito el toro, un colorao salpicado de Los Guateales, una preciosidad de toro….”, yo estaba mirando allí y de pronto se tira un muchacho, con una camiseta, la que llevaba puesta, se la quita, la lleva en la mano, trastabillándose, porque iba en unas condiciones lamentables, se cae delante del toro, El Cordobés hace un gesto, así como: “A ver”. Todo el mundo estaba mirando a El Cordobés, pero se puso a mirar al espontáneo, menos yo, que estaba mirando al otro por un solo motivo, porque yo estaba en directo con los auriculares puestos, con el retorno puesto y yo oía el ruido de la plaza muy poquito.
Y claro, allí estaba todo el mundo mirando al torero, en el burladero de capotes, que es a lo que habían ido entonces yo narro eso, que sería, no sé, un minuto como mucho, porque fue rapidísimo, a partir de ahí me empiezan a llamar, por línea telefónica de todos los programas de RNE. Yo me fui de la plaza de toros a las doce de la noche, pero no por porque estuviera muy a gusto, sino porque no había nada más que llamadas de todos los directores y productores de todos los programas de Radio Nacional que querían no solo poner el fragmento, sino un comentario con el fragmento y que no fuera el mismo del programa anterior, porque si no, eso no tenía gracia; entonces, el de los informativos horarios, el de España a las Ocho, el de Directo Directo, todos y todos con la entradilla diciendo: «Está con nosotros Carlos Gutiérrez;. ¿Cómo te has dado cuenta de esto?». Y yo pum, pum, pum, pum, pum, pum. Y entonces alguno decía: «Se ha quedado un poco corto. Vamos a repetir». Porque en aquellos tiempos cuando grababas algo, te daban un minuto y tenías que clavar el minuto, pero no como ahora que dice: «Bueno, luego lo editamos». No, tú te quedas ahí y lo repites.
Yo recuerdo llegar a las doce de la noche a escribir la crónica del día siguiente, mientras tanto, ya las fotos habían llegado a Madrid, la tecnología era que venía un taxi de Madrid a recoger las fotos, no había ni Internet ni fax, ni cosas de esas. Nada, un taxi del diario Pueblo venía aquí, cogía la foto y se iba corriendo.
En aquella época no había tantas cosas como hoy en día para transmitir la información, como la noticia voló,
A partir de ese día en Radio Nacional, pasé a ser el que la ha dado lo del espontáneo: José Luis Carabias hablando, Rafael Campos de España, que era muy amigo de mi padre, pues me escribió una carta felicitando. Quiero decir, pasé de ser nadie, pues a ser muy conocido en ese ámbito, claro.
¿Y aquí en Albacete?
Yo ya escribía, pero escribía de toros y tal, pues en ese ámbito sí era más o menos conocido, pero esa noticia sí que si dio como un salto más. A todo esto yo estaba estudiando
Porque no era mi trabajo principal, era mi dedicación en feria, cuando había toros y tal, pero yo estaba estudiando Derecho.
Y de tu etapa como director del periódico Crónica, ¿Qué aprendizaje te dejó y qué es lo que más te marcó?
Bueno, ahí es que como hacía de todo, no era solo de toros. Era política, urbanismo, era todo, pues, lo que es un periódico local. Entonces, no sé qué es lo que más me gustaría. Creo que lo más me gusta es el criterio en la trayectoria, que yo estoy contento de la trayectoria que yo he llevado como informador.
En términos generales; y en el taurino, se llame cronista o crítico, estoy muy orgulloso., yo he tenido unos criterios muy claros; que a veces los criterios, pues tienen que ser un poquito flexibles dependiendo de algunas cosas, pero, me gusta el criterio que he llevado, es contar las cosas y luego opinar con respeto , yo siempre he dicho que nunca escribiría algo de algún torero o de algún ganadero que no estuviera dispuesto a decirle en una conversación cara a cara, y creo que eso lo he cumplido, porque yo veo cada barbaridad por ahí.
Por ejemplo, aquí venía a Albacete algún torero que a alguien no le gustaba,y lo ponían a escurrir, se desahogaba, le quitaban la piel y no sé… ¿Por qué? Porque ya no va a volver. Porque no lo va a ver en todo el año. Hasta el año que viene.
Pero si eres de Albacete, todo lo contrario. ¿Por qué? Porque me lo voy a cruzar quince veces. Entonces, yo no era muy popular entre los más localistas, porque no distinguía por el DNI. Entre los profesionales hay de todo, porque con muchos me he llevado muy bien y con algunos que en su tiempo a lo mejor no, pues luego con el paso del tiempo me han pegado un abrazo. ¿Por qué? Pues porque yo no me inventaba cosas, o sea, yo lo que no podía hacer era transformar a alguien que tenía sus limitaciones en una figura de toreo; entiendo que para muchos en ese momento es muy difícil; pero tampoco he hecho lo contrario, entonces, en ese sentido, pues yo estoy muy satisfecho del criterio.
Y por tu criterio dejaste de escribir, tengo entendido que te dijeron que si hace una serie de directrices o cosas que no te gustaron…
Es que esto ha cambiado mucho, antes en un medio mandaba el editor y el director y marcaban unas líneas. Pero la crítica, tanto de cine como de teatro, como de toros, como de fútbol, la marcaba el crítico y si no te gustaba, pues cambiabas de crítico, pero esto hace tiempo, ya hace más de diez y doce años, empezó a cambiar, porque todo lo que ahora se dice que las redes desinforman y muy pocas veces informan, es que es la realidad. Solo que yo conocí lo que eran las proto redes, los portales en los que te cambiaban títulos, te cambiaban… Y yo, pues eso, yo no, no lo consentí nunca. Dije: Oye, mira, si os gusta bien y si no… Como detecté que no, pues dije entre que pagáis mal cuando antes se pagaba bien, entre lo que yo trabajo (que ahora es muy normal, pero hace quince años yo mandaba lo que pasaba en el segundo toro antes de que se lo llevaran las mulillas). ¿Por qué? Bueno, me buscaba mis mañas y también tenía explotado a mi hijo, que me iba copiando lo que le iba escribiendo. Y otros decían: ¿Cómo lo consigues? Es decir, yo me volcaba porque quería tener una buena información, pero lo que no iba a consentir es que, llegara un tío y dijera: “El presidente le roba una oreja a Pepito, que es amigo mío”. Pues vienes tú y lo escribes tú. Pero mi nombre no. Y a la tercera o cuarta vez que pasó eso dije: No me hace ninguna falta, mi vanidad de dar teclazos está más que cubierta, así que, pues que los den otros.
Hasta aquí la primera parte de esta entretenida charla entrevista con Carlos Gutiérrez, proximamente la segunda entrega.