Foto Mariano Giménez

Borja Jiménez arrasa con cuatro orejas y un rabo en Manzanares, en una tarde donde brilló también la ambición de Molina

Manzanares vivió una tarde para el recuerdo. Con la plaza registrando media entrada y el sol acariciando los tendidos, la corrida de Monte la Ermita trajo consigo toros con matices, desde la nobleza a la complicación, y tres toreros que ofrecieron su verdad en el ruedo. Sobre todos brilló un nombre: Borja Jiménez, que bordó el toreo y paseó cuatro orejas y un rabo en un auténtico festival de entrega y temple.

El festejo arrancó con el compromiso de David Galván, que volvía a pisar el albero tras un tiempo alejado. Al primero, un toro serio que amagó con irse a menos, supo enjaretarle muletazos de firmeza y gusto. Galván estuvo por encima de un animal que terminó cantando la querencia a tablas. Aun así, extrajo naturales de notable empaque y cerró con bernadinas que pusieron la plaza en pie antes de dejar una estocada que valió dos orejas.

El turno de Borja Jiménez llegó con un segundo que se las traía: reservón de salida, sin definir. El sevillano le fue metiendo en la muleta a base de mando y suavidad, firmando tandas donde mandó el pulso firme y el toreo vertical. El broche llegó con un arrimón final en el que se dejó rozar las telas, y un estoconazo de manual. Dos orejas al esportón.

Molina, por su parte, tuvo que bregar con un tercero de comportamiento incierto. El toro le miró más de la cuenta y terminó refugiándose en tablas, sin emplearse. El joven espada albaceteño mostró voluntad y ganas de exponer, pero la faena quedó en una ovación que reconoció su entrega.

La tarde pareció enfriarse con el cuarto, que no ofreció opciones a Galván. El diestro lo intentó por ambos pitones, porfiando con temple, pero el toro iba siempre con la cara arriba y sin humillar. Tras pasaportarlo, escuchó palmas de ánimo.

Entonces llegó el clímax de la función con el quinto, un toro bravo y con fijeza que encontró en Borja Jiménez a un intérprete de lujo. Desde el saludo de capote con un farol rodilla en tierra hasta las chicuelinas garbosas del quite, todo fue a más. Con la muleta bordó el toreo despacio, cargando la suerte y ligando naturales que parecieron eternos. Cuando coronó con un espadazo fulminante, el público se volcó y el palco no dudó en concederle el rabo. Faena para guardar en la memoria.

Cerró plaza José Fernando Molina, que no quiso marcharse de vacío. Le tocó otro toro con transmisión, al que saludó con verónicas jaleadas y puso en evidencia con un comienzo de faena de rodillas. Luego ligó muletazos profundos, siempre en el sitio, antes de atacar en cercanías con valor. La espada cayó algo trasera y necesitó descabello, pero el público premió la rotundidad de su obra con dos orejas.

Una tarde variada y rica en matices, donde sobresalió el momento dulce de Borja Jiménez, que se echó la corrida a la espalda y salió a hombros acompañado por el toreo reposado de Galván y la ambición de Molina

FICHA DEL FESTEJO

Plaza de toros de Manzanares (Ciudad Real). Corrida de toros. Primer festejo de abono. Media plaza.

Toros de Monte de la Ermita. Noble pero con el gas a menos y mansurrón el montado primero; Reservón de inicio un segundo que acabó sacando nobleza; reservón y sin entrega el tercero; complicado el reservón cuarto; Bravo el gran quinto; De codicia y entrega el buen sexto.

David Galván, dos orejas y ovación

Borja Jiménez, dos orejas y dos orejas y rabo

José Fernando Molina, ovación y dos orejas tras aviso

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