Por segundo año consecutivo, la plaza de toros de Hellín permanecerá sin actividad. La causa no es la falta de afición ni de historia taurina en la ciudad, sino un pliego de condiciones que el Ayuntamiento ha puesto sobre la mesa y que, según coinciden distintas voces del sector, resulta inasumible para cualquier empresa organizadora.
El documento, que debía abrir la puerta a la recuperación de la feria taurina hellinera, se ha convertido en un muro insalvable. Las exigencias económicas y organizativas que plantea superan con creces la realidad actual del sector, generando un vacío que condena a la plaza a seguir cerrada. Ninguna empresa ha querido –ni podido– comprometerse a cumplir con unos requerimientos que, a juicio de profesionales y aficionados, están “fuera de la lógica del momento”.
La frustración entre los seguidores de la tauromaquia en Hellín es evidente. La localidad, con una plaza con historia y arraigo, lleva demasiados años sufriendo inestabilidad empresarial y cambios continuos de gestores que han impedido consolidar un proyecto sólido. La ausencia de festejos por segundo año consecutivo supone un nuevo golpe para una afición que reclama medidas realistas y sostenibles.
Expertos del sector coinciden en que la solución pasa por elaborar un pliego ajustado a las condiciones actuales del mercado taurino. Apostar por un proyecto a medio y largo plazo, que permita a una empresa trabajar con estabilidad durante varios años, sembrar con paciencia y, en un horizonte de tres o cuatro temporadas, devolver a la plaza de Hellín el esplendor que tuvo en el pasado.
La pelota está en el tejado del consistorio municipal, que deberá decidir si opta por mantener unas exigencias imposibles de cumplir o si rectifica para dar una oportunidad real a la recuperación de la plaza. Mientras tanto, la ciudad vuelve a perder su cita con los toros, y con ella, una parte importante de su identidad cultural y festiva.
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