En la pasada Feria Taurina de Albacete hubo un gesto que pasó inadvertido para la mayoría del público, pero que encierra un profundo respeto hacia la tradición y la esencia de la tauromaquia. La alguacililla de la plaza, Carmen Teresa Tercero Córcoles, encargada de abrir cada tarde el paseíllo, decidió dar un toque personal y simbólico a su papel en el ruedo: trenzar su coleta y rematarla con dos cintas que reproducían los colores de la divisa de la ganadería que se lidiaba ese día.
Así, el ruedo se fue llenando de matices cromáticos casi ocultos a simple vista: marrón y grana para los toros del Conde de Mayalde; verde y rojo para Montealto; grana y amarillo en la tarde de López Gibaja; blanco y azul para Santiago Domecq; azul para Jandilla; verde y amarillo en honor a Daniel Ruiz; azul y grana para Los Espartales y Victorino Martín; rojo y amarillo con La Quinta; y negro y amarillo para los toros de Victoriano del Río. Un verdadero mosaico de símbolos que, sin estridencias, acompañó cada paseíllo de la feria.
“Fue una idea que surgió de manera natural”, explica Carmen. “Las ganaderías son la base de la fiesta y quería rendirles un homenaje sencillo, sin llamar la atención. Elegí las cintas porque son discretas, pero cargadas de significado. Me hacía ilusión que cada tarde la coleta llevara el color de quienes son los verdaderos protagonistas: los toros”.
Este gesto no es aislado. Ya en 2024, Carmen decidió llevar un lazo negro en su montura durante el paseíllo como homenaje al recordado y querido Juan Cantos “Pimpi de Albacete”, figura querida en el toreo albaceteño. En otra ocasión, durante el festival celebrado en Letur a beneficio de los damnificados por la Dana, adornó su coleta con una escarapela con el escudo del municipio, en señal de apoyo y reconocimiento a las víctimas y afectados.
Son detalles pequeños, íntimos y silenciosos, que no buscan protagonismo ni notoriedad. Gestos personales que, sin embargo, merecen destacarse porque hablan de una afición sincera y de un respeto profundo hacia la fiesta. En este 2025, las cintas de colores en la coleta de la alguacililla se convirtieron en un ritual secreto, un hilo invisible que unió cada cartel de la feria y que quedará como una curiosidad única de la historia reciente del coso albacetense.
Al final, la tauromaquia no solo se engrandece con grandes faenas y gestas en la arena, también con esos gestos discretos que, aunque pasen desapercibidos, mantienen viva la memoria, el respeto y la esencia de la fiesta.