Foto Mariano Giménez

Rubén Pinar, firmeza y profesionalidad ante la nada, en una tarde imposible en Las Ventas

La plaza de toros de Las Ventas fue ayer un muro de piedra para quien quisiera edificar algo con él. Una tarde cuesta arriba desde el paseíllo, en la que solo un torero fue capaz de dejar la sensación de ser más que el material que le tocó en suerte: Rubén Pinar. El albaceteño, curtido en batallas mayores, regresó a Madrid para enfrentarse a una corrida de Juan Luis Fraile —y un sobrero de Guadajira— que no ofreció ni una grieta por la que colarse. Y sin embargo, Pinar volvió a demostrar por qué es uno de los toreros más sólidos, serios y desaprovechados del escalafón.

Su primero, segundo del festejo, tuvo la expresión de la derrota desde que pisó el ruedo. Basto, de hechuras toscas y de ánimo apagado, se apagó por completo tras un excesivo castigo en varas. El manchego lo recibió con un saludo templado, ganándole terreno con pulso y oficio, y lo intentó todo con la muleta, pero la embestida nunca apareció. La estocada, baja pero efectiva al segundo intento, no pudo redondear lo imposible. Silencio.

El cuarto titular fue devuelto por descoordinación y lo reemplazó un sobrero de Guadajira que tampoco mejoró el panorama. Desde el primer capotazo, apretó con mal estilo, obligando a Pinar a refugiarse en tablas. Aguantó con raza, sin aspavientos, y tiró de oficio en cada uno de los tercios. El toro, tras un duro castigo en varas y un interminable tercio de banderillas, llegó muerto a la muleta. Ni medio resquicio, ni una arrancada franca. Otra vez, Pinar frente a la nada. Y otra vez, firme, sin un gesto fuera de lugar. Silencio también, pero respeto en los tendidos.

En contraste, la tarde tuvo momentos de mayor eco con el esfuerzo de Rafael Cerro, herido tras una feísima voltereta en el tercero, y que siguió toreando con la taleguilla rota y una cojera visible. Su voluntad le valió la ovación del público tras su segundo oponente. Raúl Rivera, que confirmaba alternativa, se topó con un lote imposible y no logró conectar con el tendido.

Pero si hubo alguien que mostró claridad, profesionalidad y pulso ante la tormenta, fue Rubén Pinar. Madrid no siempre da orejas, pero cuando mira con lupa lo que hay delante, reconoce el mérito aunque el premio no venga en forma de pañuelos. Ayer, el toreo no se midió en muletazos, sino en actitud. Y ahí, el de Albacete volvió a ganar la partida.

Ficha del festejo
Madrid, jueves 31 de julio de 2025.
Toros de Juan Luis Fraile, serios de presencia, deslucidos, blandos y de escaso juego; y un sobrero de Guadajira (4º bis), aplomado y sin opciones.
Rubén Pinar, silencio y silencio.
Rafael Cerro, silencio y ovación con saludos tras aviso.
Raúl Rivera, que confirmó la alternativa, silencio y silencio.
Entrada: Media plaza escasa.
Destacaron en banderillas Iván García y Rafi Goria, que se desmonteraron en el tercero.

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